lunes, 3 de diciembre de 2007

El existencialismo se equivocó

El existencialismo se equivocó. No es una denuncia fundamental la que declara que cuando creo que no elijo, elijo no elegir. En una me arriesgo y digo: es trivial. No toda decisión es importante y está demostrado que la elección supone una actitud vuelta sobre sí que no es posible a cada instante, si además se pretende dar lugar a la experiencia; esto es: si se quiere una vida que tenga en cuenta algo más que lo propio. No quiero irme por las ramas, así que vuelvo a lo que me convoca. No toda decisión es importante y esto no quiere decir que todo lo que hago no me determina, si no que no todo de igual manera. A ver si un ejemplo aclara.
Yo no quiero ser Amélie. De hecho, me da miedo ser Amélie. Su vida de literatura, encantadora a simple vista, en mis términos, es de superviviente. De quien se construye un mundo que conoce, lleno de sentidos que no puede no disfrutar. Como en ese mundo entra sólo lo que le gusta, la felicidad viene de suyo: encuentra lo que puso, no es ningún misterio; no hay tesoro, no hay sorpresa. Fundamentalmente lo que hay es miedo y, de la mano, soledad. Amélie no me da ternura, me irrita con su cuidado.
Es claro que sólo nos da temor la fiera que puede atacarnos. Puedo ser una persona muy precavida y por eso digo, también, que no toda decisión es tan fundamental. Es paradójico, quizá, pero para vivir bien hay que dejarse vivir un poco. En algún sentido creo que puedo sostener-y esto no es una apología- la idea de que un poco de dolor es deseable.


Nota al pie: Es muy probable que esto esté lleno de agujeros argumentativos, no sean rigurosos, por favor.