sábado, 23 de diciembre de 2006

casatta

-De postre puede ser flan, budín de pan o helado que hay de chocolate o casatta.
-¿Casatta?
-Sí, ese que es con tres colores, digo, gustos.
-Ok. Quiero flan mixto.
Iba así, reptiendo esto cada cuatro personas de la mesa larga.
-Yo quiero casatta. No sé qué es pero me gusta como suena: ca-sa-tta.
Bien. Parece que me enamoré, pensé.
Él se enamoró de mí el día que me puse a escupir el piso del pool y me dijo con ojos soñadores:
-Me encanta lo que acabo de ver.
Su cuerpo siempre fue un misterio. No sé por qué digo fue, esto es en presente y a los gritos: su cuerpo es un misterio. Aún hoy (sí, confieso que ya me acosté con él; no me gusta hablar de sexo pero tampoco da mentirles) no lo entiendo.
Me lo cruzo por la calle y veo que tiene panza. Estoy segura: tiene panza. Después lo miro bien y no: es un palito; piernas largas, brazos flacos.
También pienso: no es posible que sea gordo. Me conozco y sé que estoy determinada para que no me atraiga alguien de contextura importante. En ese sentido no tendría goyete mi enamoramiento. ¡Tamaño enamoramiento! Imáginense, alguien con el que, antes de intercambiar palabra, sabía que me tenía casar y que, obvio, con el tiempo vendrían los hijos.
En definitiva: por hoy todo esto me supera. Estuve escuchando de Gilda el tema Fuiste. Ahora me voy a dormir y tarareando: "me dí cuenta esta mañana cuando desperté y me dije todo es una mentira, fue mi culpa enamorarme de tu inmadurez, pensando que por mí tu cambiarías...es que estoy desenamorada de tí". Capaz me pasa.