martes, 17 de febrero de 2009

Cuestión de seguridad

Poli que te mira, nena. Se da vuelta y casi que te olfatea. Reprimís las ganas de vomitar: está claro quién tiene el garrote.

martes, 12 de febrero de 2008

El cuerpo agresivo

La carne es pesada y para cargarla hay que empaquetarla. Los paquetes tienen formas diferentes que dependen de la virtud del artífice. Sabemos que es ambiguo decir la virtud de un hombre pero nos hacemos cargo; estamos hablando, también, de moral.
La carne apretada entra por los ojos. Interpela, no pide permiso, violenta. Busca provocar pero no explicita qué. Para apoyar esta sentencia tenemos dos situaciones extremas. Una, cuando la carne apretada no provoca-nada- y resulta patética. Dos, cuando la carne apretada provoca y se vuelve odiosa. En ambos casos tenemos terceros, observadores afectados, en esto de la provocación, provocados. Terceros que no quieren ver y no pueden no hacerlo.
Pero, ¿por qué los convoca la carne apretada? Parece que hay algo de envidia al ver a aquel que puede llevar con orgullo su carne: es notable como a algunos la carne no les pesa.

martes, 15 de enero de 2008

De vecinos y edades

El leñador aprieta su mano y en el mismo acto le da un bife a su corazón. Es que el gran perro que tiene el hombre había volteado a la abuela de la chica la semana pasada; a la abuela recién operada y de lengua serpentina. Por esto él se les acercó y así disculparse. Ella se puso nerviosa: la seguridad de él, la cretinez de la abuela. Cada uno sabía lo que hacía aunque ella no se hubiera imaginado el primer contacto en ese contexto.
Hace un tiempo lo había descubierto. Vive a una casa de su abuela en una casa que es sólo un portón en una pared de ladrillos. Él sale siempre con cosas: debe trabajar en construcción. Con sus cuarenta bien llevados, carga un montón de hijos en una break destartalada de modelo irreconocible. Sabe que la mira mas quiere guardar el recato. Además no tiene idea de cómo hacer. Alguna vez se saludan o sonríen, que es lo mismo pero más.
Ahora él le apretó la mano y se fue. Ella quedó roja y sin respiración mientras su abuela sonreía por haberle puesto los puntos al tipo ese. Cada cual atiende su juego.

lunes, 3 de diciembre de 2007

El existencialismo se equivocó

El existencialismo se equivocó. No es una denuncia fundamental la que declara que cuando creo que no elijo, elijo no elegir. En una me arriesgo y digo: es trivial. No toda decisión es importante y está demostrado que la elección supone una actitud vuelta sobre sí que no es posible a cada instante, si además se pretende dar lugar a la experiencia; esto es: si se quiere una vida que tenga en cuenta algo más que lo propio. No quiero irme por las ramas, así que vuelvo a lo que me convoca. No toda decisión es importante y esto no quiere decir que todo lo que hago no me determina, si no que no todo de igual manera. A ver si un ejemplo aclara.
Yo no quiero ser Amélie. De hecho, me da miedo ser Amélie. Su vida de literatura, encantadora a simple vista, en mis términos, es de superviviente. De quien se construye un mundo que conoce, lleno de sentidos que no puede no disfrutar. Como en ese mundo entra sólo lo que le gusta, la felicidad viene de suyo: encuentra lo que puso, no es ningún misterio; no hay tesoro, no hay sorpresa. Fundamentalmente lo que hay es miedo y, de la mano, soledad. Amélie no me da ternura, me irrita con su cuidado.
Es claro que sólo nos da temor la fiera que puede atacarnos. Puedo ser una persona muy precavida y por eso digo, también, que no toda decisión es tan fundamental. Es paradójico, quizá, pero para vivir bien hay que dejarse vivir un poco. En algún sentido creo que puedo sostener-y esto no es una apología- la idea de que un poco de dolor es deseable.


Nota al pie: Es muy probable que esto esté lleno de agujeros argumentativos, no sean rigurosos, por favor.

martes, 27 de noviembre de 2007

Dios ha muerto

No media distancia entre la cosa y yo.
Fui:
madre, padre, hermano;

1 novio, 4 amores, 15 amantes;

vladimir, boris, horacio, fiodor, leon;
2500m de pileta, 5 veces por semana de gimnasio, las 16 vocales del francés;
el pan amasado cada día, la ensalada de 2 pesos que dura 2 comidas, los ñoquis del 29;
sólo bicicleta, un colectivo distinto cada día, toda distancia menor a 40 cuadras se camina.


miércoles, 14 de noviembre de 2007

Mujer-Globo



sábado, 3 de noviembre de 2007




Estaba llegando tarde una vez más. Perseguí una calle desolada para poder desplegar la masculinidad que me apodera cuando camino extremadamente rápido sin que nadie pudiera verme. Una vez que alcancé la Av. San Martín disminuí la velocidad al darme cuenta que el tren todavía no había llegado a la estación. Crucé la avenida lentamente mientras me acomodaba la ropa que se había desordenado por haber caminado cuasi corriendo y me había adjetivado por un momento de desfachatada.
Cuando lo vi.
Un cuerpo escuálido, no así débil. El pelo largo y desprolijo caía sobre la cara, lo que le otorgaba un estilo grunge y lo hacía contemporáneo mío.
En su ropa desaliñada lo reconocí amante de la música. De buena música. Es decir…vestía una remera con el nombre de la banda del cantante de Nick Cave. Mil puntos.

Este cuerpo me gusta -pensé.

Subí al tren e increíblemente había asientos desocupados.
-Voy a poder leer- le dijo uno de mis yo a otro.
Tomé asiento en el lado que no es el de la ventanilla.
-Permiso- escuché decir.
Levanté la mirada y ahí estaba el cuerpo de hace un rato. Lo dejé pasar y volví a tomar asiento.
-Gracias- dijo.
-De nada- dije.
-¿Qué?- me interrogó.
-De nada- repetí.
-Disculpá, no entiendo lo que decís-. Insistió.
- No…que…de nada. Vos me dijiste gracias y yo dije de nada-. Enuncié, rompiendo con la intriga.
-Ah. Está bien- dijo.

Saqué mi libro y empecé a ojearlo. El cuerpo sacó un libro. De reojo lo vi. Tenía que saber qué estaba leyendo. Me esforcé por ver el autor o en su defecto el título sin que se diera cuenta y, por supuesto, sin un buen resultado. Me vio hurgando con la mirada entre sus cosas. Giré mi cabeza hacia el lado contrario, el del pasillo y empecé a divagar sobre la cuestión: un medio de transporte público y una persona tiene, por ejemplo, el diario La Razón. Otro pasajero, aburrido, intenta disimuladamente leer algo en ese diario que no le pertenece, algo que probablemente no le interesa, pero el lector dueño parece notarlo e incomodarse. Comienza a contorsionar el diario de forma de sólo poder leer él y el lector intruso actúa aparentando que no estaba tratando de leer nada.
¿Pero qué conclusión intento encontrar por pensar tal estupidez? -me interrumpí.

En fin, él leía a Camus. Mil puntos más. El tren iba más rápido que de costumbre, quizá la poca presencia de pasajeros lo hacía más liviano y le otorgaba, por tanto, la posibilidad de aumentar la velocidad. Como los dos estábamos sosteniendo libros abiertos, nuestros codos se alejaban del resto de nuestros propios cuerpos y se rozaban entre sí. Pronto, nuestros brazos completos estaban uno pegado al del otro. Su brazo paralelo al mío y sobre el mío. Mi brazo paralelo al de él y sobre el de él. Como hacía calor ambos estábamos en remera. Era nuestra piel.
-Para mí, esta secuencia es medio sexual- pensé-. ¿Estaré imaginando cosas? ¡Es el brazo, el brazo! Estoy delirando pero…para mí acá hay algo sexual. Freud ya dijo que las zonas erógenas puede ser cualquier parte del cuerpo, pero un brazo sobre otro brazo ¡Es un brazo! Es el brazo de un cuerpo al que vi por primera vez en mi vida hace una estación de tren atrás, con el que intercambié sólo 29 palabras intranscendentes. Soy una ridícula, esto me debe estar pasando sólo a mí, él debe estar pensando en los bubones. Igual, él es quien está buscando mi brazo. Yo se lo permito. No sé. Cuestión de piel. ¿no? Debe ser esto. Mmnn, creo que es el amore de mi vida. Le gusta la música, la literatura, es flaco. Su brazo me enciende.

El tren llegó a Constitución. Bajé y él lo hizo detrás mío. Intercambiamos miradas mientras salíamos del ámbito de la estación. Por un momento, me pareció que se dirigía hacia mí. Que por fin me iba a hablar. Cuando, de repente, escucho gritos de mujer. Miro hacia delante y descubro la siguiente situación: un personaje siniestro y muy obeso. Obeso y fuerte. Empieza a pegarle a otro personaje de mucha menor contextura, lo cual, de todos modos, no lo hacía flaco. Una mujer obesa trataba de separarlos. El obeso y fuerte número 1 le pegaba violentamente en el rostro al de menor contextura que por su vestimenta se deducía que era uno de los vendedores de panchos que trabajan dentro de la estación. Este último recibía fuertes golpes y si bien trataba de defenderse y devolver alguna piña intentaba mucho más escapar. Todo esto transcurría entre los gritos de la gorda que balbuceaba y pedía al obeso número 1 que soltara al no tan obeso número 2. Se escuchaban ruidos como si se pegase a una pared o a algo duro, golpes secos de un puño cerrado deformando la cara de un contrincante. Comencé a sentir un malestar. Luego, el más flaco logró soltarse y entró por uno de los extremos del puesto de hamburguesas y tratando de escapar intentó salir por el otro pero trastabilló y cayó al suelo. El gordo le lanzó un balde que contenía un líquido que por un momento sentí pánico de que fuera aceite o agua hirviendo pero era el agua de los panchos, lo cual era definitivamente mucho peor. En ese momento, el caído comenzó a levantarse del suelo y pude ver su cara desfigurada y bañada en sangre. Sangre roja que le cubría toda la cara y goteaba hasta el cuello. Principalmente estaba concentrada en la nariz.
¡Ahh!- pensé.
Sentí una contracción en mi estómago y no lo pude controlar. Empecé a vomitar. No podía detenerlo. La gorda lo ayudó a levantarse y le cuestionaba para qué se había metido.
Le decía:-¿Para qué te metiste?
-La compulsión por hablar- logré pensar. La necesidad de decir algo aunque sea una estupidez, algo que no ayuda. ¿Para qué sirve lo que le dice?
Entre las palabras de ella a mí me dolía la garganta y no podía parar de vomitar. Me salía por la boca y por la nariz y algo así como lágrimas derramaban mis ojos, sin embargo, yo no estaba llorando. Mientras estaba detenida en la estación, un tanto contorsionada para no ensuciarme, mientras sustancias seguían siendo expulsadas de mi cuerpo levanté la mirada y sus ojos, los del cuerpo del tren, de quien en esos momentos me había olvidado, se posaron en los míos. Chau amore de mi vida. Esto es irremontable.
Eché una última mirada al malherido y al agresor. También a la gorda y al público excitado que hacía rato se había amontonado para disfrutar del espectáculo mientras saboreaban sus choripanes y su vino.
Me erguí, pasé mi mano por la boca en gesto de limpiarme elementalmente.
Con que dictadura del proletariado ¿no?-pensé.




Natalia Q.
(contra una interpretación en línea recta)

lunes, 29 de octubre de 2007

Otros 50

Tanta teta ví, carne apretada, tanga triángulo. Mucho modal, algodón berreta, peluquero ex-Llongueras. Al momento del baile: la nena que hace danza, menea, abajo, menea. Las señoras, el trencito, corbata a la cabeza, las manos agarran caderas.
La comida era de primera, hasta reventar. Lengua a la vinagreta, vittel thoné y pan, pan, pan, por si quieren hacerse sandwichs. El daiquiri de durazno, que se canceló cuando la licuadora colapsó intentando moler cuatro piedras de hielo, fue reemplazado por Dr. Lemon y Pronto Shake*. Sólo vino rosado.
Por suerte el equipo se rompió y el mago no tuvo micrófono. Se canceló, en el mismo orden, el video casero.
Sandra quedó muy conforme y dejó que nos sacáramos el delantal y fuéramos a brindar; ya sólo quedaban los de confianza.



*Sí, otra vez estas bebidas en un texto mío. Me producen una impresión muy fuerte como para evitarlas. Prefiero ser repetitiva.

jueves, 27 de septiembre de 2007

El hombre infecto


Es una herida profunda. Una gran llaga en carne viva. Rellena de pus, desborda sangre todavía húmeda. Chorrea saliva que él me ha escupido. Bien puedo sentir como a cada momento se transforma. Se torna una inmundicia que corroe de a breves instantes la pálida piel. Le despierto violencia como al resto de los hombres e impulsos por demostrar que por mí no siente más que asco. Le repugno. Me lo dijo. No. No me lo dijo. Comienza con su dedo í­ndice a revolver en esa antigua herida que ha sido recientemente abierta. Reabierta. Grito y me desgarro mientras introduce sus mugrientas uñas y empieza a escarbar. Juega con el pus. Le gusta que yo sea infecta. Remueve sus dedos en el interior y me retuerzo de espanto pero parece no darse cuenta. Al mundo le gusta ser cruel. Innecesariamente. Es más difícil ser amable porque toma más trabajo. Como está imposibilitado de tomar conciencia se divierte con la ardorosa llaga que agranda raspando los límites. Cuando siente que estoy a punto de desvanecerme se vuelve indiferente. Sin embargo, al verme en el suelo me escupe de pie. Estoy ya sin voz pero me descubro invitando a una multitud a lastimarme y a meter sus mugrosas manos en la podrida llaga que soy.
Natalia Q.

lunes, 24 de septiembre de 2007

Pitufo filósofo

Los 10 años fueron la etapa más oscura de mi vida. Lo único que hacía era leer, comer y angustiarme. Pese a esto, recuerdo algunas de las cosas que me torturaban, desafiando las posibilidades de mi inteligencia, y me causan gracia. A saber:

  1. El tiempo: Si Dios creo el mundo hace pocos miles de años ¿Cómo los dinosaurios existieron hace millones? ¿Y el sexto día? Con esta duda me ponía hacer cuentas, escalas de lo que sería un día en el almanaque del Creador y un año en el de los hombres u otras creaturas.
  2. La política: Yo quería ser presidente pero también quería sera arquitecto. Como veía que todos los presidentes habían sido doctores le rompía la cabeza a mi madre. Le preguntaba, varias veces por semana, si tenía la certeza de que alguien que no fuera médico podría tener el más alto cargo del poder ejecutivo de la Nación. Esto iba a ser un problema.
  3. Los nombres de las cosas: Buscaba el motivo de los nombres de las cosas y, otra vez, le preguntaba a mi madre que, ya harta, me respondía, con un simplificado nominalismo, que los nombres los ponían por convención. Pero ¿Quiénes convinieron que la tabla donde se apoya la comida para almorzar se llamara "mesa"? Suponía que debían haber sido los próceres, padres de la patria, en ese entonces, los personajes más importantes que conocía. El que más habría nombrado era, sin duda, Don José de San Martín.
  4. El sexo: Un día me enteré cómo se daba eso de la concepción de las personas y concluí que mis padres, dada la existencia y correspondiente filiación de mi hermana y de mí, debían haber copulado, al menos, dos veces. Un horror.

lunes, 3 de septiembre de 2007

Si el perro es manso come la bazofia y no dice nada

Como una costurera taiwanesa que cose active wear para Nike, atiendo mutualistas gallegos y digo que estoy en la calle Eloy Gonzalo de Madrid, propuesto en un neutro tirado de los pelos. Todas las mañanas me levanto 4.20, desayuno y, para hacerme la que no sigo una rutina, salgo a la calle con el mismo disco en el discman a ver qué colectivo pasa primero y me lo tomo. Llego e intercambio las siguientes 5 horas de mi día por unos pesos. Procuro tranquilidad a fin de mes.
Me siento fuera del mundo de los otros esta tarde. En la radio entrevistan a una modelito: que le parece más común plantearse si se compra unas tetas que masturbarse.
Hablé con dos hombres esta semana. Uno procuraba la castidad. Otro pedía una reconstrucción de su pasado por boca de una mujer a la que había lastimado.
Descubrí que parece que es bastante dificil, para una chica criada por una madre que la quiso hacer independiente-de los hombres-, no ser la madre más comprensiva de todo amante ocasional.

viernes, 3 de agosto de 2007

Dulces veinticinco

1. "Se vienen los cuatro siglos" dijo abuela. "Andá pensando en el regalo que te doy cien pesos pero quiero ver qué te comprás"

2. 1. Papá hizo canelones.
P: "Me levanté a las 6 para hacerlos, hija", dijo mostrando la pila de panqueques sin rellenar a las 12.30 cuando mi panza no se conformaba más con esquivar el hambre con ensalada de tomates.
V: "Pero: ¿tanto tardaste, Pa?", acoté timidamente sabiendo de su velocidad y practicidad en la cocina.
P: "Es que tenía aquagym y no quería faltar"
2. Contó algunas cosas sobre mi nacimiento.
P: "Tu mamá tuvo 48 hs. de trabajo de parto, tenías el cordón enroscado en la garganta"
V: "¿Ese no erás vos, Pa?"
P: "Ah, cierto. Vos tenías el cordón corto. De 15 cm. sólo. Fue duro. Yo me pude colar en la sala y ví cuando sacaban el útero y lo cocían para luego volver a meterlo."
V: "¿Sí? Mamá cuenta que tenía hambre y te pidió que le trajeras algo de comer y te apareciste con un pan francés de salame..."

3. Mamá organizó una fiesta, sorpresa. Pero me tuvo que avisar: tenía miedo que yo faltara. Cocinó y decoró la casa. Cuando todo terminó confesó: "Es la primera vez en 25 años que le festejó un cumpleaños. Es que ahora estoy de vacaciones" A nadie se le ocurrió que los años los cumplo todos los años el mismo día. Nos emocionamos.

4. Cumplo 25. Encuentro el motivo de mi preocupación por la piel. Me visto de blanco, cual quinceaniera.

lunes, 23 de julio de 2007


domingo, 15 de julio de 2007

Hoy cumple 50 papá (sí, es joven papá)

"¿Vos hacés la torta?" preguntaron. "Sí, bueno" respondí "y un par de cosas dulces más puedo también", agregué. Ahora tengo la tarta de manzana en el horno. Terminé ya las masas para las de chocolate, una con frambuesa, otra con dulce de leche. Llamé recién a Clari, que los chicos la hicieron llorar. Parece que el video que cuenta la historia de la familia es conmovedor. Me pasan a buscar antes del partido. Así esperamos todos juntos a papá en el restorán que viene a las 8 con Marita y el nene y le damos la sorpresa.

jueves, 21 de junio de 2007

¿y si los que nunca se equivocan de nuevo tienen razón?

¿Quién le preguntó a mi pasado si quiere volver y volver?

Elijo creer en lo que me dicen, no puedo habitar un mundo en el que no confío. Me descubro pensando que el amor ya no es sorpresa sino morada y que el refugio de un abrazo sincero puede llegar a ser mi única necesidad.
No entiendo para qué saber cómo nombran los nombres si lo que yo quiero es hablar de lo que hacen y sienten las personas.
Una vez había escrito que conocerlo había sido bajarlo, hacerlo caminar las calles o manejar un auto y comer galletitas. Descubrirlo como todos y que el pecho se me abra después de no besarme más una noche en mucho tiempo.
Pero después pienso de nuevo y me acuerdo que ya no creo más en las coincidencias, que intentar descubrir el código oculto de la realidad ya no es una interpretación plausible, que ya me desnudé varias veces y no me quiero repetir.
De hecho los que tienen suerte son ellos para quienes la tristeza se hace poesía, canción y dinero. Aunque pueda pensar que el no esta vez no va a doler, que todavía no hay nada...en fin, tengo memoria todavía


domingo, 10 de junio de 2007

Recurrente: los agujeros

Pensaba en los agujeros, la diferencia entre ser frágil y vulnerable. Me pregunté hasta dónde se podía escavar y que siguiera quedando algo. Me acordé de una historia.

Hace tiempo que ella siente los agujeros, creemos que nacieron con ella o, al menos, estamos seguros de que los tiene desde que recordamos. No es conciente de ellos las más de las veces, pero hay semanas en que le duelen.
Se imagina que puede recorrerlos con sus dedos de pianistas: las superficies de las cavidades tienen zonas de relieves, como callos, pero también pequeñas partes donde las terminaciones nerviosas están expuestas.
Allí describir las sensaciones se complica. En este ejercicio de la imaginación ella puede, sin embargo, sentir con plenitud el dolor que el roce le ocasionaría: se le presenta como un recuerdo haber tocado con el borde de la uña el cuello de un diente donde la encía se le había retraído y la comparación es perfecta. Se alegra, se alivia. Poder darle palabras al dolor la tranquiliza.
Son instantes. No puede dejar de pensar en los agujeros. Ya van cuatro semanas que le pasa lo mismo: agujeros, encía retraída; agujeros, encía retraída; agujeros, encía retraída. Esto ya no es ni reflexión ni interpretación. Es una secuencia que no tiene sentido. Como un sedante que va al síntoma y lo duerme, que se repite y el sedante otra vez. Sabe que está al borde de algo a lo que, en este caso, elije transitar sin ponerle nombre y si pasa, pasa.


jueves, 10 de mayo de 2007

Cuando lo que palpita no es el corazón

Puedo ver, del mismo modo que cuando intento examinar mi nariz y encuentro una especie de sombra azul, lo puedo ver. Debo esforzarme, forzar mi mirada, hacia el sector izquierdo y hacia abajo, como si la intención fuese observar de reojo. Mejor aún, siento, presiento como lentamente mi párpado se prepara, me prepara, me hace pensar que el movimiento va a ser lento, suave.
Pero esto no acontece.
La sensación previa, o mejor dicho, intermedia, es tranquila, parece como si el interior de alguna vena estuviese repleto de sangre espesa recorriéndolo, a punto de desbordarse, como si transportase más sustancia de la que puede contener.
Nuevamente, me sorprende el movimiento, es brusco y fugaz. Solo dejo pasar unos segundos y ahí está otra vez. Uno, dos, tres, cuat…, no termino de contar y ya siento mi párpado despegarse de mi globo ocular, un pequeño tirón y de vuelta a sumar hasta casi cuatro.
Dentro de unas pocas horas, se va a cumplir todo otro día desde aquel que llegué de la facultad a mi casa, comí, me bañé, me acosté y empecé a leer un texto acerca de la vanguardia Cubana. Allí, de improviso, se instaló. Esa noche, tuve que dejar a un lado mi libro, porque el breve estallido no se detenía y ya había empezado a imaginar que quizás podía transformarse en un derrame o algo incluso peor. Me acordé del ojo explotado de esa señora (como inferirá el lector, domino la terminología científico-medicinal) por la presión, y cómo el color de su córnea derecha no se diferenciaba del opaco y amorfo rojo-sangre que le cubría una gran parte de su órgano de la visión. No, sinceramente no quiero imaginar mi ojo opaco, amorfo y rojo-sangre.
Decidí dormir con la esperanza de que tan solo fuese un poco de cansancio.
Mañana se me pasa.
La aguja del reloj está por marcar que hace exactamente 21 días que mi ojo izquierdo no cesa de latir.

Natalia Q.

viernes, 4 de mayo de 2007

Optimista

Tu ex se cortó el pelo, usa zapatillas y viaja sola en colectivo. Vos te hacés el Kurt Cobain, con bermudas y medias largas. Pero nosotros sabemos la verdad: Las All Star te las compra mamá cuando se va el finde a Punta.
Cuando te conocí tomabas Pronto Shake o Dr. Lemon; tu auto era el de las chetitas del momento, prototipo femenino, nosotras sabemos cuál. Yo, bueno, en una etapa bastante diferente, esos años en los que estar noviando parecía la situación en la que iba a permanecer el resto de mi vida, te veía y pensaba: pero por qué no me invita a su casa, miramos una película-descontado que tenías cable; lujo u obstinación nunca hubo televisión paga en casa de mamá-, comemos pizza. Nos tenemos que llevar bien, podríamos ser mejores amigos incluso. Cuando el tiempo pasó, y sólo pensar que una mano como la tuya podría rozar mis costillas me daba ganas de llorar, nuevos planes se me ocurrieron.
Ya me pasó decolarme el pelo, tomar merca con un tubito hecho de un billete de cien y querer irme a vivir a un garage. Me dejé crecer el pelo, ahora de color natural, tomo agua mineral y me tapo las ojeras. Busco un trabajo por la mañana, pienso que pronto voy a terminar mi carrera.
Me fui y no te avisé. No te mandé aquel correo "importante", lo único importante ahora es que estoy lejos y ya no te odio.

lunes, 23 de abril de 2007

Nuevos aportes al acervo de conocimiento de la Humanidad

En estos tiempos, mediado por grandes períodos reflexivos o no, he descubierto lo siguiente, que:
1. Si Días de borrasca en vez de decir "el resto de sus vidas" dijese "el resto de sus días", tendría el mismo significado. Lo que cambia es el modo de aparecer, no el referente.
2. Por más que esté convencida de que cuando estoy en una reunión de hombres soy uno más, por que me siento como uno más, los demás no lo saben. Este descubrimiento puede extenderse a un sinnúmero de situaciones siempre y cuando uno piense que los demás, además de pensar en uno, piensan lo mismo que uno acerca de uno.
3. No se necesita cumplir los requisitos que pide una oferta de empleo para postularse. No valen las cuestiones de honestidad a la hora de la búsqueda laboral y, tampoco, la vergüenza: la mayoría de las cosas pueden aprenderse con buena voluntad en menos de un mes(hay ciertos límites para esto)
4. Los merqueros y las anórexicas tienen una dispocionalidad habitual muy parecida. No hay mucha explicación acá, pura intuición.
En fin, espero que tenga esto alguna utilidad, o no.

martes, 20 de marzo de 2007

Pedido

De los rubios quiere leer y busca consejo, recomendación, ayuda, sugerencia.